Wednesday, November 28, 2018

Los hijos


Tengo casi 11 años de casado y dos hijos hermosos. Ambos son maravillosos. No todo es “felicidad” con ellos, también hay días complicados, pero el balance siempre es bueno, el balance siempre es feliz.

Hace unos días vi un meme que el buen Obispo de San Sebastián, Mons. Munilla, publicó en sus redes sociales. En él se veía a varias personas con sus mascotas. Uno de los dueños le decía al otro: “A veces me pregunto qué país le vamos a dejar a nuestros perros”.


En la misma publicación, el Obispo decía que en España hay más familias que tienen un gato o un perro que las que tienen niños menores de cinco años. Después de leer eso me acordé de mi hijo menor y no pude sentirme más feliz.

Mi primer hijo llegó cuando mi esposa y yo teníamos dos años de casados y no mucha plata. Sin duda nos hizo (y sigue haciéndonos) muy felices.

Mi segundo hijo llegó de manera inesperada. Creo que el más feliz con él ha sido mi hijo mayor que siempre rezó a Dios por tener un hermano. No fue el único, por cierto. Se demoró algunos años en llegar, pero llegó. Y cambió todo para un mayor bien. No me imagino la casa sin él, sin ellos. Sin mis dos muchachos cuyo saludo anhelo todos los días al volver a casa.

Es fascinante ver cómo crecen, cómo se expresan, cómo son felices con poco, cómo lo que más quieren somos su mamá y yo, y es muy hermoso ver cómo se quieren ellos. Es alucinante ver cómo rezan y cómo la experiencia de lo divino se les hace natural y cotidiana. Impresiona, verdad que sí.

Y ante tanta belleza salta la pregunta. ¿Por qué otras parejas no quieren hijos? Puedo decir que no son una molestia sino una bendición. Exigen sacrificio pero ciertamente dan mucho más de lo que uno puede ofrecerles.

Después de la esposa o el esposo, no habrá quien quiera más a los padres que estos pequeños hermosos, ya sean hombres o mujeres. Son la alegría del hogar.

Sí, con toda seguridad vas a tener que dejar o renunciar a más de una cosa por verlos, atenderlos, educarlos, por estar con ellos. Pero el bien y la felicidad que obtendrás no podrá compararse con nada. Nada de nada.

Ahora, en estos tiempos, es todo un desafío educarlos (y aquí podría extenderme demasiado, pero no es la idea). Y no es sencillo estar a la altura de sus preguntas e inquietudes que en cualquier momento pueden encontrarte desprevenido. Pero eso tampoco, creo, es razón para cerrarse a tenerlos.
No.

Los hijos son un camino de felicidad querido, desde siempre, por Dios: para ellos y para ti que eres mamá o papá, o para ti que estás pensando en casarte.

Tan importante son que, en el rito del matrimonio el sacerdote te pregunta si estás dispuesto a recibirlos y a educarlos cristianamente. Son el fruto del amor de los esposos. Son lo que quedará cuando te toque dejar este mundo.

Otra vez, no es sencillo, pero sin duda te harán o ya te hacen feliz. Lo sé porque lo vivo y te invito a ti también a hacerlo.

Y si no puedes tenerlos biológicamente, adopta. Esos niños abandonados también tienen derecho a tener un papá y una mamá.

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